Pensar en situaciones inexistentes en lugar de hacer base en el momento presente.

Rodearte de personas negativas; en lugar de alejarte o establecer límites.

Tener una mala rutina de sueño y repetirla a diario.

No alimentarte adecuadamente, ni tener una dieta variada y equilibrada.

Consumir demasiada cafeína, alcohol, etc. Como forma de eludir la realidad.

Evitar las salidas y el contacto exterior para no sentir el malestar que genera exponernos.

Pasar demasiado tiempo en las redes sociales con la intención de pasar el rato.

Sobrecargar tu agenda. Intentar hacer demasiadas cosas en poco tiempo puede llevar a un estado constante de urgencia y estrés, lo que puede aumentar la ansiedad.
Perfeccionismo. Establecer expectativas poco realistas para ti mismo y esforzarte por cumplirlas sin margen de error puede generar una presión constante.

Falta de ejercicio físico. El sedentarismo puede empeorar la ansiedad, ya que el ejercicio ayuda a liberar tensiones y mejora el estado de ánimo.

No dedicar tiempo a la relajación. No tomarse un tiempo para actividades relajantes como la meditación, la lectura o simplemente estar en silencio puede privarte de importantes momentos de calma.

Procrastinación. Postergar tareas importantes o decisiones puede llevar a un acumulo de responsabilidades, lo que puede resultar en un aumento del estrés y la ansiedad.